Hoy (14 de agosto de 2024) es el centenario del nacimiento de Su Santidad el 16º Gyalwa Karmapa. Para conmemorar este aniversario y como homenaje a Su Santidad, ofrecemos un audio de su discípula cercana, la Sister Palmo (Freda Bedi), en el que describe el nacimiento de Su Santidad, ilustrado con fotos de los años que el 16º Gyalwa Karmapa pasó en el Tíbet. Su relato está sólo en inglés, pero abajo hay una descripción del nacimiento.
El nacimiento de un Buda
Cerca de dos años después del parinirvana* del 15º Karmapa, Dzogchen Rinpoche Thubten Chökyi, abad del famoso monasterio Nyingmapa con el mismo nombre visitó a Peldjor Puntsog, ministro del rey de Derge, además lama, y a su esposa Kalzang Chöden, de la cual se afirmaba que era una dakini*. Este matrimonio pertenecía a la familia Athub, conocida y apreciada en toda la región de Derge, en el este del Tíbet. Cuando llegó a Denkhok, Dzogchen Rinpoche, el lama principal de la pareja, fue recibido en la mansión señorial con todos los honores propios de la etiqueta tibetana.
Tras su acogida, el gran enseñante prodigó consejos de orden espiritual y secular a los dos esposos y les anunció que iban a tener un hijo. Había decidido que el niño, que sería la reencarnación de un gran Bodhisattva, se llamaría Thubten Gelek. Y, en efecto, poco después de la visita del abad, la señora Kalzang Chöden constató con gozo que estaba encinta. Fue un embarazo bastante fácil.
Al igual que en muchos casos de mujeres encintas de reencarnaciones de grandes maestros tibetanos, ocurrieron prodigios. Se dijo, además, que ya en el vientre de su madre, el niño recitaba el «Om Mani Peme Hung», el mantra de Avalokiteshvara. La futura madre Chöden tuvo asimismo sueños extraños, como el de una corona negra.[1] Con creciente claridad presentía que su hijo iba a ser, como le había anunciado Dzogchen Rinpoche, un gran Bodhisattva.
Puesto que se trataba de un niño extraordinario, el lama aconsejó a la madre que viviera en retiro durante el embarazo. No podía dar a luz a un tulku en su propia casa, sino en una gruta llamada «Fortaleza celeste de los leones» cercana al palacio de la familia Athub. Este lugar había sido profundamente bendecido por Padmasambhava, el introductor del budismo en el Tíbet en el siglo VIII. Ante la proximidad del parto, se instaló una gran tienda en una pradera espléndidamente en flor, situada delante del lugar sagrado.
Poco antes del día del alumbramiento, la misma naturaleza se hizo eco del gran suceso. Por ejemplo, un lugareño llegó corriendo y contó emocionado que había visto varios arcos iris superpuestos unos sobre otros por encima de la tienda preparada para el parto, así como imágenes fantásticas dibujadas por las nubes. La noche antes del parto, la tienda, que estaba ricamente adornada, quedó de forma inexplicable envuelta por una vivísima luz. Todavía hoy se cuenta que podían oírse voces en distintas lenguas y el sonido de instrumentos de música ritual, a pesar de no verse a nadie oficiando ceremonia alguna. Según los tibetanos y la doctrina budista, existen seres invisibles a los ojos de la mayor parte de nosotros, pero tan reales como los humanos o los animales[2]. Para los testigos de aquel día era evidente que se trataba de sonidos emitidos por los protectores del Dharma*[3] llegados para asistir al nacimiento del gran Bodhisattva[4].
Debido a que era noble y relevante, la futura familia de Karmapa contaba con cerca de cien sirvientes, todos presentes cuando, según la leyenda, tuvieron lugar acontecimientos aún más insólitos: la víspera del parto, ¡el bebé había desaparecido del vientre de la madre![5] Podemos imaginar la gran inquietud que debió de invadir a ella. Pero la mañana siguiente, a la hora del alba, su vientre volvió a abultarse: el bebé había vuelto. Posteriormente, algunos lamas explicaron a la madre que el niño había partido a las tierras puras. Además, la madre, que era también una dakini, tuvo la visión de un «ser negro» que identificó como el protector del Dharma, Mahakala Bernagchen, principal divinidad protectora del linaje Karma Kagyü.
Por fin, al ocaso del 14 de agosto de 1924, nació el 16º Gyalwa Karmapa Rangjung Rigpe Dorje. Como sucede con todos los grandes maestros, su nacimiento estuvo acompañado de signos auspiciosos: arcos iris en el cielo, una lluvia suave que regó la tierra, otra lluvia, esta vez de pétalos de flores, presenciada por algunos, un ligero temblor del sol, la transformación en leche del agua de los cuencos que había en la tienda, adornada espléndidamente.
Su madre, que apenas había sentido molestias durante el embarazo, dio a luz sin dificultad alguna. Se dice que Karmapa fue capaz de caminar y hablar inmediatamente, al igual que la mayor parte de sus encarnaciones anteriores: dio siete pasos en cada una de las direcciones cardinales al tiempo que, conforme a la leyenda, anunciaba:
«Madre, no voy a quedarme aquí».
De esa manera ya afirmaba el intrépido carácter de un gran Bodhisattva[6].
© Gerd Bausch: Compasión Radiante, tomo 1.
[1] Más información al respecto, en La Corona Negra, Compasión Radiante, tomo 2.
[2] Estos seres pueden pertenecer al reino de los seres de existencia condicionada –invisibles a nuestros ojos–, así como a los Budas, Bodhisattvas, yidams* y protectores en forma de sambhogakaya*.
[3] En el Glosario, al final del libro, se explica el significado de los términos marcados con asterisco *.
[4] Bedi, Freda (Gelongma Palmo): The Life of HH the 16th Karmapa, audio.
[5] Jamgön Kongtrül Rinpoche: The Life Story of His Holiness the XVIth Karmapa. Bulletin of Tibetology, vol. 18, nro. 1, 1982: Karmapa Commemoration Volume, Gangtok, Sikkim, 1982.
[6] En el Mahapadanasutta se afirma que, tras su nacimiento, Buda dio siete pasos. Esta leyenda es un testimonio de la convicción de los tibetanos de que con Karmapa había nacido un Buda viviente.
El nacimiento de un Buda
Cerca de dos años después del parinirvana* del 15º Karmapa, Dzogchen Rinpoche Thubten Chökyi, abad del famoso monasterio Nyingmapa con el mismo nombre visitó a Peldjor Puntsog, ministro del rey de Derge, además lama, y a su esposa Kalzang Chöden, de la cual se afirmaba que era una dakini*. Este matrimonio pertenecía a la familia Athub, conocida y apreciada en toda la región de Derge, en el este del Tíbet. Cuando llegó a Denkhok, Dzogchen Rinpoche, el lama principal de la pareja, fue recibido en la mansión señorial con todos los honores propios de la etiqueta tibetana.
Tras su acogida, el gran enseñante prodigó consejos de orden espiritual y secular a los dos esposos y les anunció que iban a tener un hijo. Había decidido que el niño, que sería la reencarnación de un gran Bodhisattva, se llamaría Thubten Gelek. Y, en efecto, poco después de la visita del abad, la señora Kalzang Chöden constató con gozo que estaba encinta. Fue un embarazo bastante fácil.
Al igual que en muchos casos de mujeres encintas de reencarnaciones de grandes maestros tibetanos, ocurrieron prodigios. Se dijo, además, que ya en el vientre de su madre, el niño recitaba el «Om Mani Peme Hung», el mantra de Avalokiteshvara. La futura madre Chöden tuvo asimismo sueños extraños, como el de una corona negra.[1] Con creciente claridad presentía que su hijo iba a ser, como le había anunciado Dzogchen Rinpoche, un gran Bodhisattva.
Puesto que se trataba de un niño extraordinario, el lama aconsejó a la madre que viviera en retiro durante el embarazo. No podía dar a luz a un tulku en su propia casa, sino en una gruta llamada «Fortaleza celeste de los leones» cercana al palacio de la familia Athub. Este lugar había sido profundamente bendecido por Padmasambhava, el introductor del budismo en el Tíbet en el siglo VIII. Ante la proximidad del parto, se instaló una gran tienda en una pradera espléndidamente en flor, situada delante del lugar sagrado.
Poco antes del día del alumbramiento, la misma naturaleza se hizo eco del gran suceso. Por ejemplo, un lugareño llegó corriendo y contó emocionado que había visto varios arcos iris superpuestos unos sobre otros por encima de la tienda preparada para el parto, así como imágenes fantásticas dibujadas por las nubes. La noche antes del parto, la tienda, que estaba ricamente adornada, quedó de forma inexplicable envuelta por una vivísima luz. Todavía hoy se cuenta que podían oírse voces en distintas lenguas y el sonido de instrumentos de música ritual, a pesar de no verse a nadie oficiando ceremonia alguna. Según los tibetanos y la doctrina budista, existen seres invisibles a los ojos de la mayor parte de nosotros, pero tan reales como los humanos o los animales[2]. Para los testigos de aquel día era evidente que se trataba de sonidos emitidos por los protectores del Dharma*[3] llegados para asistir al nacimiento del gran Bodhisattva[4].
Debido a que era noble y relevante, la futura familia de Karmapa contaba con cerca de cien sirvientes, todos presentes cuando, según la leyenda, tuvieron lugar acontecimientos aún más insólitos: la víspera del parto, ¡el bebé había desaparecido del vientre de la madre![5] Podemos imaginar la gran inquietud que debió de invadir a ella. Pero la mañana siguiente, a la hora del alba, su vientre volvió a abultarse: el bebé había vuelto. Posteriormente, algunos lamas explicaron a la madre que el niño había partido a las tierras puras. Además, la madre, que era también una dakini, tuvo la visión de un «ser negro» que identificó como el protector del Dharma, Mahakala Bernagchen, principal divinidad protectora del linaje Karma Kagyü.
Por fin, al ocaso del 14 de agosto de 1924, nació el 16º Gyalwa Karmapa Rangjung Rigpe Dorje. Como sucede con todos los grandes maestros, su nacimiento estuvo acompañado de signos auspiciosos: arcos iris en el cielo, una lluvia suave que regó la tierra, otra lluvia, esta vez de pétalos de flores, presenciada por algunos, un ligero temblor del sol, la transformación en leche del agua de los cuencos que había en la tienda, adornada espléndidamente.
Su madre, que apenas había sentido molestias durante el embarazo, dio a luz sin dificultad alguna. Se dice que Karmapa fue capaz de caminar y hablar inmediatamente, al igual que la mayor parte de sus encarnaciones anteriores: dio siete pasos en cada una de las direcciones cardinales al tiempo que, conforme a la leyenda, anunciaba:
«Madre, no voy a quedarme aquí».
De esa manera ya afirmaba el intrépido carácter de un gran Bodhisattva[6].
© Gerd Bausch: Compasión Radiante, tomo 1.
[1] Más información al respecto, en La Corona Negra, Compasión Radiante, tomo 2.
[2] Estos seres pueden pertenecer al reino de los seres de existencia condicionada –invisibles a nuestros ojos–, así como a los Budas, Bodhisattvas, yidams* y protectores en forma de sambhogakaya*.
[3] En el Glosario, al final del libro, se explica el significado de los términos marcados con asterisco *.
[4] Bedi, Freda (Gelongma Palmo): The Life of HH the 16th Karmapa, audio.
[5] Jamgön Kongtrül Rinpoche: The Life Story of His Holiness the XVIth Karmapa. Bulletin of Tibetology, vol. 18, nro. 1, 1982: Karmapa Commemoration Volume, Gangtok, Sikkim, 1982.
[6] En el Mahapadanasutta se afirma que, tras su nacimiento, Buda dio siete pasos. Esta leyenda es un testimonio de la convicción de los tibetanos de que con Karmapa había nacido un Buda viviente.